No queda poesía
He
vuelto a leer a Bécquer.
Con
la última invocación,
cerrando
el libro,
he
sentido en mí,
oscuras
como la noche,
las
golondrinas que creí ausentes,
que
huyeron
del
frío sentimiento ya apagado,
de
las palabras vacías enredadas
en
las secas madreselvas del olvido.
En
mi corazón enmudeció la lira.
Todo
queda envuelto en la tristeza
y
en la soledad de los muertos.
No
queda poesía.
Elena
Muñoz
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