Ogro Sapiens, la nueva especie literaria de Arturo Caprara

 No cabe duda de que la novela Ogro Sapiens (Erasmus Ediciones, 2013) del autor ripense Arturo Caprara es una novela original. No solo en su argumento, en el nos narra las visicitudes de un joven que ha de buscarse la vida en la verde Irlanda primero y en la selva sudamericana después, sino porque nos plantea una redacción muy original. Una visión del mundo, "un retrato de la generación más preparada y, a la vez, más preparada, de la historia de España".

A pesar de que, en el fondo, el libro nos cuenta unas vivencias que pueden parecer bastante dramáticas, la forma de narrarlas por parte del autor, llena de una inteligente ironía, que en momentos recuerda a Tom Sharpe y nos produce una carcajada,  convierte esta obra en una tragicomedia, cuyo final deja abiertas muchas puertas.

Es una novela divertida, tierna, reflexiva. Es, sin lugar a dudas, una obra que merece ser leída.

Y para acercarla a los lectores que mejor que las palabras de su autor.


 Ogro sapiens es tu primera novela. Cuéntanos qué hay detrás de ese título.

Ogro sapiens hace referencia a los "ogros" que el veinteañero protagonista —un álter ego mío— se va encontrando a medida que se adentra en el mundo de los adultos, básicamente jefes y caseros impresentables. Unos ogros que además constituyen el hilo conductor de la novela. El título de Ogro sapiens nos pareció gracioso a la editorial y a mí. Quién sabe, tal vez algún día ese sea el calificativo por el que se conozca al ser humano actual. Motivos hay de sobra.

¿Cómo surge la idea de escribir la novela?
Pues al principio como un deseo de venganza literaria de todos esos ogros que me había encontrado por el camino. Pero según iba escribiendo la novela me di cuenta de que, sin dejar de constituir uno de los objetivos del libro, ese deseo también era una excusa para narrar mi propio descubrimiento del mundo real, mi búsqueda de mí mismo, como ser humano y como escritor, y, cómo no, una excusa para transmitir mi visión del mundo y de mi época.
 
Hoy en día cualquier escritor novel encuentra dificultades para publicar. ¿Cuál ha sido  tu  propia experiencia?

Bueno, la verdad es que, aunque no me considero un escritor veterano, tampoco me considero un escritor novel. Llevo muchos años en el oficio, y precisamente con este libro, que ganó originariamente un premio, y con mi anterior obra publicada, Micromundos, una antología de microrrelatos, me gusta pensar que me he sacado la licenciatura en la carrera imaginaria como escritor... Eso no quiere decir, por supuesto, que me quede aún mucho camino por recorrer. La escritura es como la medicina, uno nunca deja de aprender y de formarse. Más bien me
considero un escritor en la sombra que empieza lentamente a salir a la luz pública. En cuanto a las dificultades para publicar esta obra, fíjate que casi no tuve tantas. Y digo "casi" porque, como te comenté antes, originariamente gané un certamen con este libro (titulado antes "Ogros"), el X Premio de Novela para Jóvenes Escritores "Valentín García Yebra", el segundo o el tercer concurso al que me presenté con esta obra. Cuando me lo comunicaron, pensé que al
fin iba a publicar mi novela y a ganar dinero con mi trabajo literario, pero al día siguiente me informan, para mi estupor y consternación, de que había incumplido una de las bases, la de que la obra debía ser inédita. Es cierto que yo me había autoeditado previamente una tirada ridícula de ejemplares para distribuirla entre mis amigos y conocidos, pero pregunté en los otros concursos en los que había participado —que también incluían la cláusula de obra inédita, como casi todos— y me dijeron, incluso por escrito, que no pasaba nada, que podía participar porque solo consideraban como obra editada una obra editada por cuenta ajena —algo que también entienden muchas editoriales y organizaciones, como ACE, en la que solo puedes entrar si has publicado, al menos un libro, por cuenta ajena—. Mi error fue hacer extensiva esta respuesta a todos los certámenes y no preguntarle a la entidad convocante del Premio Valentín García Yebra, que resultó tomarse lo de "obra inédita" al pie de la letra. La tragedia estaba pues servida. Me despojaron del premio ipso facto y el aparente camino de rosas para publicar se convirtió en el clásico camino espinado de la mayoría de los autores en la sombra para salir de ella. Tuve que dirigirme a más de cien editoriales hasta que al fin di con una que decidió apostar por el libro, Erasmus Ediciones. Afortunadamente, la publicación de mi siguiente novela, Ágora de papel —en cierto modo, una secuela de Ogro sapiens—, tuvo un camino menos doloroso. Gané un premio de novela —esta vez definitivamente— y me lo va a publicar Monte Avila
Editores Latinoamericana.

¿Que crees que aporta Ogro sapiens al panorama literario actual?
Pues te confieso que no lo conozco a fondo. Al menos, en los autores que he leído no he visto la combinación que presenta mi novela, una novela vivencial, comprometida y experimental, pero
a la vez lúdica y amena, con un estilo surrealista poético humorístico, por así decirlo. Tal vez
sea eso lo que mi novela —y la siguiente, que es una profundización en esta combinación—
puede aportar al panorama literario actual, una fórmula literaria de estas características. Me
gusta pensar que la obra tiene un poquito de Laurence Sterne, de Daniel Pennac, de Italo
Calvino, de Henry Milller, de Eduardo Galeano... Por lo menos, son algunos de mis maestros, a
los que más leía antes de escribir el libro y durante el proceso de su redacción.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?.

Pues lamentablemente no dispongo de mucho tiempo para embarcarme en grandes proyectos literarios porque acabo de ser padre y mi situación laboral es inestable, como la de muchos. De hecho, estoy buscando trabajo como escritor o profesor de taller literario, así que me gustaría aprovechar esta oportunidad para ofrecer mis servicios a cualquier particular o asociación que pudiera estar interesado. En mis talleres enseño a mis alumnos los rudimentos de la escritura y sobre todoa que disfruten con lo que hacen, que de eso se trata, tanto en la literatura como en la vida en general, máxime siendo una actividad voluntaria, no impuesta por la sociedad. De lo contrario, si la literatura no nos produce placer ni nos reporta ningún otro beneficio, no tiene demasiado sentido, en mi opinión, y convendría abandonar el hábito, igual que se abandona el hábito de fumar. El arte de vivir es siempre más importante que la literatura y que cualquier otro arte.

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