LEER UN CUADRO: El Carnaval, de Peter Brughel El viejo
Peter Brueghel El viejo está considerado como uno de los mejores pintores de la escuela flamenca, junto con Rubens.
Los pintores flamencos, desde la época de los llamados primitivos, fueron muy apreciados en las cortes europeas, llegando incluso a haber un estilo hispano-flamenco.
No se sabe mucho de la fecha de nacimiento de este pintor, pero si que su muerte fue temprana. No obstante tuvo tiempo de dejar obras como la que analizamos.
No pudiendo negar su influencia por parte del El Bosco, sustituye el terror devoto de este por la alegría de vivir, con temas tratados con ironía, representaciones realistas y una iconografía campesina que es fuente de conocimiento de la vida social de la época.
En este contexto se puede encuadrar como hemos dicho esta obra, pintada en 1559, que para muchos es una sátira de la Reforma.
La tabla nos muestra dos escenas a izquierda y derecha, que se prodría temporizar como el límite del martes de Carnaval y el miércoles de Ceniza.
El Carnaval está representado por un hombre rechoncho subido en un barril, que podría ser un carnicero. Lleva una empanada como sombrero y se defiende con una brocheta de carnes. Frente a él la Cuaresma, vestida de hábito, vieja y reseca, cuyo carro es arrastrado por dos religioso. La rodean alimentos típicos de la vigilia: una cesta de mejillones, unos pretzeles y una tortas. Si seguimos la escena a la parte superior vemos dos edificios que también contraponen lo mundano y lo divino: la taberna y la iglesia. En la primera se representa una farsa, lúbrica y jocosa, mientras que en la segunda ya se ha entrado en época de penitencia y, como algunas mujeres muestran se ha impartido ya la ceniza que nos recuerda nuestro paso temporal por este mundo
La gente ocupa toda la plaza en un horror vacui propio de su maestro, El Bosco. Pero el ambiente es rural, irónico y amable propio más de un pintor renacentista que simplemente pretendía mostrar los dos lados de la naturaleza humana.
Los pintores flamencos, desde la época de los llamados primitivos, fueron muy apreciados en las cortes europeas, llegando incluso a haber un estilo hispano-flamenco.
No se sabe mucho de la fecha de nacimiento de este pintor, pero si que su muerte fue temprana. No obstante tuvo tiempo de dejar obras como la que analizamos.
No pudiendo negar su influencia por parte del El Bosco, sustituye el terror devoto de este por la alegría de vivir, con temas tratados con ironía, representaciones realistas y una iconografía campesina que es fuente de conocimiento de la vida social de la época.
En este contexto se puede encuadrar como hemos dicho esta obra, pintada en 1559, que para muchos es una sátira de la Reforma.
La tabla nos muestra dos escenas a izquierda y derecha, que se prodría temporizar como el límite del martes de Carnaval y el miércoles de Ceniza.
El Carnaval está representado por un hombre rechoncho subido en un barril, que podría ser un carnicero. Lleva una empanada como sombrero y se defiende con una brocheta de carnes. Frente a él la Cuaresma, vestida de hábito, vieja y reseca, cuyo carro es arrastrado por dos religioso. La rodean alimentos típicos de la vigilia: una cesta de mejillones, unos pretzeles y una tortas. Si seguimos la escena a la parte superior vemos dos edificios que también contraponen lo mundano y lo divino: la taberna y la iglesia. En la primera se representa una farsa, lúbrica y jocosa, mientras que en la segunda ya se ha entrado en época de penitencia y, como algunas mujeres muestran se ha impartido ya la ceniza que nos recuerda nuestro paso temporal por este mundo
La gente ocupa toda la plaza en un horror vacui propio de su maestro, El Bosco. Pero el ambiente es rural, irónico y amable propio más de un pintor renacentista que simplemente pretendía mostrar los dos lados de la naturaleza humana.
LA BATALLA
DE DON CARNAL Y DOÑA CUARESMA
Con los
fríos de febrero,
para alegrar
la semblanza
olvidemos la
templanza,
¡Venga el Carnaval primero!
Porque nunca
viene mal
bailar,
gozar y comer,
que en esta
vida mortal
nada se
puede saber
ni tampoco
prever
lo que
depara el futuro,
aunque
tenemos seguro
que a la
muerte hemos de ver.
Viene
Cuaresma molesta
amargada, esa vieja,
fea,
arrugada y pelleja,
para
aguarnos nuestra fiesta.
Pescado
lleva en su cesta,
todo juego
sataniza
el miércoles
de ceniza.
Empieza pues
su reinado
Ella ve en
todo pecado,
reír, beber
o gozar,
solo nos
puede salvar
lo abstenido
y lo ayunado.
En este
mundo “malvado”
si yo tengo
que elegir
sin duda
pido vivir,
y me quiten lo bailado
Tiempo ha de
ser cabal.
Ahora
queridos hermanos,
a espera de
los gusanos,
¡Vivamos
el Carnaval!
(c) Elena Muñoz
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